Pero el problema no radica en las instituciones del estado, no es un problema burocrático ni mucho menos es reflejo de los extensos compendios de trata judicial a la que nos vemos expuestos en el día a día y que por cierto, son muy complicados. El problema es mental, o mejor dicho, psico-social. Es la manifestación popular la que sanciona a quien se contrapone a la cultura impuesta y dominante, por lo que es necesario maniatar sus sentidos y con ello, su criterio en salvaguarda de los intereses que el estado considere pertinente.
Observemos que los delitos de lesa humanidad condicionan a la sociedad a unirse en contra de aquel que violó el contrato social de respeto a la vida y a la dignidad humana, por los mismo, el estado con su capacidad sancionadora y represiva aprovecha esa proyección para emprender castigo, como es el caso del terrorismo, en donde sus autores son sometidos al maltrato físico y psicológico que es justificado por las mismas y cegadas masas; curiosamente, es ahí donde el estado es democrático, pues ve reflejada en su acción, la voluntad de un pueblo que teme a la violencia.
Pero el estado es dictador cuando sus intereses no constituyen los intereses del voto popular, sin importar la inmensa mayoría, solo se encarga de reivindicar y proteger el papel y la propiedad de los inversionistas; los recursos valiosos que alimentarían a un pueblo tendrán precios elevados dependiendo de la necesidad o la demanda, lo que incita al levantamiento popular y a su posterior represión.
Es de imaginar que el levatamiento es sectorial, es ahí donde la región es marginada por ser foco de protesta; es ahí donde los medios de comunicación desinforman a la opinión pública de las demás regiones, ocultando el lado humano para anteponer el lado económico, como factor indiscutible de un país en vías de desarrollo. Venden nuestra agua, nuestros suelos, que por derecho le pertenecen a la humanidad y no a las transnacionales. Venderán nuestra selva y a nuestros hijos.
La propaganda mediática sirve para desestimar los derechos de aquellos que se oponen a la violación de sus vidas. Los líderes, representantes o partidarios de esos movimientos sociales son sometidos a persecución, pero por lo pronto ya fueron juzgados por los padres de familia, los niños, politólogos y periodistas que son incapaces de refutar las opiniones doctrinarias de la televisión, que por cierto es propiedad de poderosos.
En la crisis y en donde la gobernabilidad está en riesgo, la libertad constituye una amenaza. La libertad de tránsito, de oficio, de ideas, constituye un desiquilibrio que el estado no puede cubrir. Para ello están los toques de queda, los chuponeos telefónicos, el registro de nuestra identidad; todos son expuestos en los medios como iniciativas valorativas de un estado que se preocupa por nuestra protección. Se promueve la vigilancia y el rastreo, se denegan nuestros derechos fundamentales.
Y las cortinas de humo solo sirven para lubricar los duros dictámenes que nos son introducidos conciente o inconcientemente, los chismes de farándula, las navidades, solo sirven para inyectar esperanzas en donde no las hay, el mundo material es regido por las fuerzas de aquellos que le han puesto precio a tu vida y si te opones serás condenado, es la fórmula del principio universal de la represión.
1 comentario:
que chinba el texto y es vedad yo por ejenplo soy anarkista ya tienpo y eso es lo que resivimos pero sin miedo a nada ni a nadie pero muy vacano el texto es verdad no cmo la television que solo nos mustra lo que les conviene
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